Regresando a la celebración en sí, de acuerdo a la tradición la madrugada del primer domingo, el alferado (persona a cargo de las celebraciones) sube con sus invitados y músicos a un cerro para rendirle los primeros homenajes a la patrona de Puno y descienden con el alba acompañados de estallidos, fuegos artificiales, bandas de música hasta llegar a la Iglesia de San Juan Bautista, santuario de la imagen de la Virgen de la Candelaria.
Este es el comienzo formal de la celebración, seguido de la primera procesión. De aquí en adelante, la algarabía invade todo Puno, todos los rincones vibran con fiestas, música, comida y color, esperando la “octava de la Virgen”, ocho días impresionantes de despliegue en las calles de la ciudad.
La octava se caracteriza por el sinfín de trajes, máscaras y el desfile de decenas de escuelas folclóricas que compiten por ganar el concurso de danzas en trajes de luces, uno de los más esperados en el altiplano.
Precisamente para este concurso, las escuelas mandan diseñar modelos exclusivos de trajes y máscaras que acompañan con piruetas y coordinadas coreografías que practican durante todo el año. La competencia es dura, pero la satisfacción es mucho mayor.
Este mes de febrero se avizora impresionante. La Fiesta de la Virgen de la Candelaria enciende las más profundas creencias religiosas y nos sumerge en un mundo de esperanza y buenos deseos. Vivamos el colorido, la tradición y el sabor de nuestra cultura y sintámonos orgullosos de pertenecer a un país tan rico y diverso.
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